Todo escritor se enfrenta a problemas muy variados en el momento de tomar la pluma o martillear el teclado: falta de imaginación, la escasa sensibilidad para apreciar y transmitir los matices, mala ortografía, falta de coherencia entre las ideas, etc. Te sorprenderás lo puede cambiar un texto si tomas en cuenta estos prácticos consejos:
- Utiliza dos buenos diccionarios: uno de lengua y otro de sinónimos. Transformarán tus textos por completo, y de algún modo también te transformarán a ti. Del primer tipo, se aconsejan el de la RAE y el de María Moliner. Del segundo tipo hay varios en el mercado que pueden servirte, siempre que ofrezcan una gran cantidad de sinónimos. Ojéalo antes de comprarlo, y busca algunas palabras concretas (manzana o silla) y otras abstractas (ilusión o muerte).
- Utiliza las palabras más precisas y exactas que puedas. Si, al hablar de un barco, puedes usar el verbo tripular en lugar de conducir, mejor.
- Evita la repetición de palabras que estén muy próximas entre sí, aunque no aparezcan con la misma forma. Si puedes escribir entonaba una canción, y no cantaba una canción, hazlo sin dudar.
- No seas redundante, es decir, no digas cosas que ya se dan por supuestas, porque lo que escribas parecerá una estupidez. No aceptes frases del tipo Se durmió y empezó a soñar con una pesadilla, porque es lo mismo que decir Tuvo una pesadilla. Lo demás (que se ha dormido y que sueña) se sobreentiende, y el lector no quiere ser tratado como si fuera tonto.
- Huye de las palabras vacías. No uses nombres como cosa o algo, adjetivos como bonito, bueno, malo, ni verbos del tipo hacer o haber. Si encuentras una palabra más precisa, mejor.
- No escribas frases contradictorias.
- Siempre que sea posible, llama a las cosas por su nombre exacto para no caer en la ambigüedad.